domingo, 16 de octubre de 2016

IGNOTUM (Décima segunda entrega)


            Sintió que la pistola le quemaba; más por lo que había hecho, que porque acababa de ser disparada. Abdiel nunca había asesinado a nadie y nunca hubiera querido hacerlo. Sin embargo, no tuvo opción. Mató a Mauro pensando en salvarse, en salvar al mundo. No obstante, eso no era un consuelo y la culpa lo consumía, sobre todo no soportaba la mirada de reproche de Artemisa.
            Dejó caer la pistola al piso. El peso lo venció. Se inclinó cerca del cadáver de Mauro y suplicó comprensión. “Lo tenía que hacer”, es lo único que podía decir, dentro de su perturbación. Artemisa intentaba comprenderlo, pero una vida se había consumido. No importaban sus culpas ni responsabilidades, pensaba que Mauro no merecía morir así. “Lo tenía que hacer, lo tenía que hacer”, era lo único que Abdiel repetía.
            Esa mañana Abdiel se preparaba para ir a la oficina. Desde que su papá había fallecido, el trabajo había aumentado en la empresa y sus responsabilidades más. Recibir una llamada de Artemisa lo inquietó, pero nunca se le negaba. Respondió. Escuchó atentamente su llamada de auxilio. Estaba con Mauro, su ex novio. Abdiel conocía la historia y no sentía celos por él, pero sus instintos no lo dejaban tranquilo.
            Artemisa lo citó en casa de Cora. Abdiel decidió ir. Se tomó un tiempo para arreglar sus asuntos de trabajo y se preparó para salir. En su habitación, mientras se alistaba, tuvo una visita inesperada. Era Alceo, al que tenía un tiempo sin ver. Parecía perturbado, confundido y algo aturdido. Daba vueltas por la habitación. Ya no se molestaba en presentarse y los nervios no le permitían cumplir con cordialidades.
– Las cosas están cada vez peor  – indicó alterado Alceo – ¡Ya no hay tiempo!
Abdiel se detuvo ante el anuncio de lo peor. Escuchó atentamente. Esperaba algo que le devolviera la tranquilidad, cuando creyó que todo había acabado. Fue una ilusión, lo sabía; sin embargo, fue demasiado breve. Quería disfrutarla más, pero se acababan las oportunidades. Así que, por ese momento, sólo le quedaba escuchar.
– Ignotum se ha desatada. Está libre  – explicó Alceo –. Cualquier individuo que decida obedecer la alerta que aparece en su computadora cuando el virus ha encontrado como entrar, podrá controlarlo en contra de quien desee. Nuestra ventaja es la ignorancia, pero nuestro peor enemigo también. La poca información, mezclada con mucha curiosidad es tan riesgosa como el que sabe y pretende controlarlo.
Abdiel se quedó pensativo. Necesitaba acomodar sus ideas. Artemisa le había contado que Mauro había activado el virus. Lo que decía Alceo era verdad, pero se sentía peor al descubrirlo, porque no sabía qué hacer. Necesitaba respuestas. No dimensionaba con exactitud el peligro que representaba para todos, pero creía.
– Hay algo peor  – prosiguió Alceo –. Ignotum no solamente es un conjuro para acabar con los enemigos de los que lo activan. Es mucho más que eso. Los espíritus oscuros no conceden favores sin obtener beneficios. Simplemente se aprovechan de las debilidades humanas para poder entrar a este mundo. Eso es lo que están logrando con Ignotum. Crearon un portal del mundo de los muertos hacia esta dimensión con una sola dirección: quieren entrar y regresar a la vida. No hay regreso.
– Quiero entender, pero no puedo  – confesó Abdiel – ¿Qué va a pasar?
– Los muertos quieren entrar a este mundo a tomar el lugar de los vivos y no son las almas buenas las que quieren regresar. Ésas están conformes en donde están  – complementó Alceo –. Las que quieren tomar esa vía, son almas perversas que en vida se dedicaron a dañar al que pudieran y ni así quedaron conformes. Vienen por todo y ahora con más fuerza. Ni siquiera Marcial Peniche sabe con exactitud lo que ha provocado. Sólo se concentró en sus ambiciones personales. Pero, ha dado acceso a la oscuridad.
– Entiendo la complejidad del asunto y me preocupa  – antepuso Abdiel–. Sin embargo, no logro comprender como lograrán entrar esos seres malignos que mencionas.
– Cuando se cumplió la primera fase, es decir, cuando Marcial Peniche logró su plan y no morir, en ese momento se abrió el portal. El virus ha quedado liberado y buscará la manera de entrar al sistema personal de cada usuario de la Internet y perturbarlo hasta que se atreva a usarlo.
“Actúa de la misma manera. Un archivo es enviado al enemigo en cuestión y al abrirlo muere de un paro cardiaco. Sin embargo, el que lo activa, ya no tiene que suicidarse; pero tampoco queda inmune. Se convierte en un receptor. A partir del momento que su plan se consuma, un alma tendrá acceso a él y le absorberá la energía hasta matarlo. Tomará su lugar, pero no se materializará, simplemente se hará más fuerte y más libre”.
“A partir de ese momento, podrá tomar las almas que se le antojen hasta que logre regresar a la vida y entonces será peor cada vez. Su poder se hará más fuerte hasta que no haya algo que lo detenga”.
– Sí eso ya sucedió, ¿cómo lo podemos detener?  – preguntó Abdiel  –. Es decir, si alguien ya ha tenido acceso al virus, ¿cómo le hacemos para cortar esa conexión con el mundo de los muertos?
– Si alguien ya está en esa fase, lo más seguro es que sea perseguido por un alma oscura y haya iniciado el proceso. Cuando esto ya ha pasado, la única manera es eliminar al portador del virus; es decir, matar al que lo activó. Es la única manera de acabar con la conexión.
Escuchó atentamente el último mensaje y no preguntó más. Se despidió de Alceo de la única manera que podía, saliendo de su propia habitación. Se dirigió al despacho de su padre y tomó la pistola que guardaba tan celosamente y la sostuvo entre sus manos. No tardó mucho en decidir lo que tenía que hacer. Su motivación era no vivir en un mundo dominado por la oscuridad. Le habló a Pedro y quedaron de verse en la casa de Cora para cortar las raíces del virus.
Llegaron de improviso, en un momento poco oportuno. Abdiel disparó y Mauro murió en la estancia de casa de Cora. Abdiel pudo explicar y Artemisa entendió, pero le dolía perder a quien consideraba un amigo. No era culpa de Abdiel, la ambición de Mauro había sido su asesina.

– Esto no arregla todo, solo lo detiene momentáneamente  – señaló Abdiel recordando la última advertencia de Alceo –. Si queremos evitar que la oscuridad nos invada, tenemos que pararlo; sin embargo, sólo es posible desde el mundo de los muertos y hasta ahí tenemos que llegar.







IGNOTUM (Novena entrega)

IGNOTUM (Décima entrega)

IGNOTUM (Décima primera entrega)


IGNOTUM (Décima tercera entrega)



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