viernes, 23 de septiembre de 2016

IGNOTUM (Novena entrega)


      Uno a uno desfallecieron y murieron los candidatos. Excepto Marcial Peniche. Él vivía y, tal como lo esperaba, se había convertido en el favorito de la contienda. ¿Quién si no? Era el único con el que la gente estaba familiarizado. Conmovió a todos al mostrarse devastado por la muerte de sus contrincantes. Incluso, amenazó con renunciar. No obstante, la opinión pública lo impidió. Ahora, todos lo querían.
            Marcial celebraba su victoria, aun sin obtenerla. Con una copa en una mano y un puro en la otra, dentro del silencio de su despacho, se puso a meditar. Recordó, con cierto nerviosismo, las palabras de Átalo: “Cuatro hombres tienen que activar el hechizo, tres de ellos morirán y uno vivirá. Ése es el precio”. Marcial, no quería involucrar a alguien cercano o familiar. Era algo que no soportaría su conciencia. Entonces, pensó en Don Bernardo. Fue uno de los empresarios que retiró su inversión ante lo primeros resultados negativos. Eso lo facilitaría. Le podría llamar venganza.
No fue difícil convencerlo. Don Bernardo tenía sus propios rivales. “Tú acabas con tus enemigos y yo con los míos”, le aseguró Marcial. Don Bernardo aceptó gustoso. Sin embargo, no le mencionó que iba a morir; tampoco se lo dijo a Santiago y ni a Agustín, cuando Bernardo los invitó a unirse. Estaban engañados, ambos aceptaron cegados por la confianza en Don Bernardo. Agustín por una amistad de muchos años y Santiago por ser de la familia. Entonces, se reunieron los cuatro para efectuar el procedimiento.
Marcial, Santiago, Bernardo y Agustín formaron un círculo y se tomaron de la mano para cerrarlo. Átalo decía muchas palabras en dialectos que no podían entender; sin embargo, por sus expresiones y lo fría que se ponía la habitación, no parecía una presencia santa. Se percibía el fuego del infierno a pocos metros. Sus cuerpos resintieron un desprendimiento y, de pronto, los cubría una energía oscura. Era la ambición en su máxima expresión. Después de que Átalo culminó con sus predicamentos, la energía los poseyó y la primera fase del conjuro, había culminado.
            No hubo discusión para saber quién sería el que insertaría el virus Ignotum en las redes. Desde el principio se señaló a Marcial. “Es lo natural”, dijeron todos, “él es quien nos ha traído hasta aquí para liberarnos de la competencia”. Sin embargo, Marcial lo hacía por una razón más importante. Sabía que el que activara el virus, sería el único que se saldría con la suya. Así que aprovechó su oportunidad. Con una mano, tomó el módem de la red y con la otra una tableta. En realidad, cualquier dispositivo que capte el Internet hubiera funcionado, pero era su objeto más útil como político.
            La pantalla se llenó de un humo negro. No podía escapar del cristal. Se concentró toda la energía en el centro y llegó un correo electrónico al buzón de entrada de cada uno.
– Está hecho – pronunció Átalo –. El orden de las activaciones, se ha definido pero lo desconocemos. Lo único seguro, es que Marcial será el último y ejecutar su acción, ya que fue el que lo activó y debe cerrar el círculo. Una vez que ha empezado todo, no tendrán posibilidad de retractarse. Todo llegará hasta el final que deba ser.

Todos celebraron el control absoluto de sus áreas. Sin nadie que los perturbe, sin nadie que se oponga. Todo el camino libre, para hacer de su mundo una utopía personal. No obstante, desconocían que también con sus enemigos se les iba la propia vida. Y así fue. Marcial brindó en silencio en recuerdo de todos los que ofrecieron su vida, de manera involuntaria, para que él obtuviera la victoria. Los resultados preliminares de la elección llegaron a sus manos. Lo había logrado. Marcial Peniche era el nuevo gobernador de su Estado y el virus Ignotum estaba a merced del mundo.









* Les invito a conocer la novela de "Sueños colectivos". Una historia de literatura fantástica. Descubre más de esta historia y adquiere el libro en este enlace.
Libro Sueños colectivos

No hay comentarios:

Publicar un comentario